Cierro cansada, las hojas de mi ventana, excluyo el mundo y, por un momento, encuentro la libertad. Mañana volveré a ser esclava; ahora, empero, sola, sin necesidad de nadie, recelosa apenas de que alguna voz o presencia venga a interrumpirme, tengo mi pequeña libertad, mis momentos de excelsis. En el lugar en el que me recuesto, olvido la vida que me oprime. No me duele sino el que me haya dolido.

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